Un vagón de metro puede tener una segunda vida como despacho. Basta con encontrar el sitio adecuado para estacionarlo. Eso es lo que se explica en este artículo de Babelia (El País, 9 de julio de 2011) en una entrevista al escritor Joe Dunthorne.
Creatividad entre amigos en un vagón de metro
El escritor galés Joe Dunthorne trabaja en un espacio cedido por el metropolitano londinense. Submarine es su primera novela.
Entre un techo de metal, el tumulto de la ciudad y el cielo nublado de Londres. El escritor Joe Dunthorne (Swansea, Gales, 1982) trabaja en un lugar poco convencional: un vagón en desuso del metro londinense, colocado sobre una azotea. Cubierto de pintadas, es una pequeña incongruencia que atraviesa el perfil de engreídos edificios de la City. «Lo miraba con curiosidad desde la calle y un día me enteré de que una compañía de teatro que conocía tenía allí su sede», explica el novelista. «Solicité un espacio y desde hace un par de años es mi oficina. Mis amigos hacen noche aquí si pierden el tren a Norwich». Y en efecto, un amigo con la camisa arrugada entra y se sienta en una esquina a preparar un recital de poesía en el que participarán juntos por la noche […]
La jornada de Dunthorne transcurre frente a un parco escritorio de chapa, cubierto de tazas de té a medio beber y folios anotados. Rodeado por compañeros de vagón que teclean en el portátil o hablan por el móvil, su espacio de trabajo hace añicos el mito de la indispensable soledad del novelista. «Me gusta tener a gente con la que charlar, pero para escribir necesito silencio absoluto. Termino trabajando con auriculares sin música. Echo de menos hablar en alto conmigo mismo». El autor acaba de poner punto final a su segunda novela cuyo título en inglés es Wild Abandon. […]. Patricia Tubella.