Llama poderosamente nuestra atención la continua aparición de noticias en los medios sobre cómo deben ser las nuevas viviendas. Mientras escribimos estas líneas, en la televisión se habla de una casa ecoeficiente construida con materiales reciclados. En el fondo, se trata de un chalé convencional de madera dotado de los gadgets habituales para su ecoeficiencia, que “eso sí, todavía está fuera de las posibilidades económicas de la mayoría”, afirma la locutora ¿No sería más sensato reciclar (es decir, rehabitar) las viviendas ya hechas en lugar de construir nuevas viviendas a partir de materiales reciclados?
En los reportajes de prensa aparecen todo tipo de casas que se definen como ecoeficientes: viviendas desmontables, reciclables o de baja incidencia energética. De hecho, hoy en día (con miles de pisos vacíos y segundas residencias infraocupadas, con edificios industriales y de oficinas sin uso y en buen estado) seguir construyendo nuevas viviendas, aun pensando en su prefabricación, nos parece algo perfectamente aplazable o, como mínimo, a debatir en otros términos. El fabuloso parque de viviendas desaprovechado en España merecería una profundización y un abordaje arquitectónico desde el punto de vista conceptual. Merecería asimismo que nos planteásemos hasta qué punto una parte del este discurso sostenible no es más que la excusa para seguir construyendo de forma acrítica. Quizás el problema sea el consumo energético, pero también lo es el exceso y la sobreabundancia.
Rehabitar supone reconsiderar nuestro punto de vista sobre lo viejo o sobre lo que ya existe, habitualmente contemplados de forma negativa. Para dar un apunte sobre esta extendida actitud, podemos recurrir a dos anuncios, uno del Ayuntamiento de Barcelona y el otro de una entidad bancaria. Ambos tienen ya algunos años, pero estamos convencidos de que, en el fondo, muy poco ha cambiado. “Ahora le será mucho más cómodo deshacerse de ellos” (de los muebles viejos) o “Cámbielo todo”, nos decían. Que sea viejo no significa que sea inútil o esté muerto. De hecho, su vida útil puede ser aún más larga que la de algunos productos nuevos. Antes de tirar algo o de coger el martillo para derribarlo, podríamos pasar un rato pensando en cómo aprovechar mejor las cosas y valorando si aquello que viene en substitución de lo viejo será necesariamente mejor.
Ésta es en realidad una cuestión crucial, ya que el Código Técnico de la Edificación (y muchas de las normas que regulan las viviendas en las distintas comunidades autónomas de nuestro país) pueden dejar a las viviendas actuales al margen de la ley. A efectos prácticos, estas normativas son una invitación a seguir haciendo nuevas construcciones con el pretexto de que las que tenemos no están bien y suponen que una modificación substancial en una vivienda tiene que ajustarse a la norma. En cambio, tienen una cosa positiva y es que nos permiten apreciar aún más lo que tenemos. Rehabitar significa también una reflexión crítica sobre estas normativas.
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Con este empezamos una serie de artículos extraídos, y adaptados al formato blog, de los diversos catálogos de las exposiciones que hemos ido realizando desde marzo del pasado 2010, con el objetivo de volver a difundir sus contenidos y reactivar sus descargas, cuyo número desciende tras finalizar cada una de las exposiciones. En concreto, este está tomado de reHabitar en nueve episodios [1].