Profesores: Magda Mària
Obligatoria – Máster Universitario en Intervención Sostenible en el Medio Construido- MISMEC –ETSAV
El cambio de uso en la arquitectura y en la ciudad no es una novedad. Sin embargo, sí lo es la conciencia de volver a poner este cambio de uso en valor y el sentido que hoy adquiere como posicionamiento colectivo.
De acuerdo con los objetivos de acción sobre el cambio climático y la eficiencia de energía y materias primas, el entorno construido también exige ser reutilizado con la máxima eficiencia. Antes de seguir construyendo o derribando edificios o entornos urbanos infrautilizados o en desuso, con la huella medioambiental que esto conlleva, se necesita un cambio de actitud que priorice su mantenimiento. En el caso de la arquitectura, esto se traduce en la consideración del tejido edificado como un recurso más. Un recurso que permite actualizar la habitabilidad pública y privada, sacando el máximo provecho de lo que ya existe y minimizando la necesidad de consumir más suelo.
El hecho de entender la arquitectura y la ciudad como un recurso que precisa ser aprovechado no es sólo una respuesta coyuntural a una situación de crisis, sino que requiere una actitud propositiva que afecta directamente al proyecto arquitectónico. Conlleva observar y constatar el entorno construido como un material valioso que debe ser reciclado con usos adecuados, para después operar sobre él de manera consecuente, considerando los márgenes de intensidad que puede asumir su reprogramación.
Y esto implica la valoración de las cualidades de los espacios existentes, la ponderación de su versatilidad, la gestión de la temporalidad de su uso o la conjugación de nuevos requerimientos funcionales con realidades arquitectónicas concretas, con una perspectiva dirigida hacia una habitabilidad más adaptativa y, consecuentemente, más sostenible. Una habitabilidad que permita continuar el ciclo de vida útil de los edificios y entornos urbanos, dando respuesta a las necesidades del mundo actual.
Todo ello ha dado pie a la elaboración de una teoría del aprovechamiento en arquitectura que se hace eco, desde el contexto contemporáneo, pero también desde las experiencias del pasado, de la necesidad de un cambio de paradigma a la hora de abordar la disciplina en general, y el proyecto de arquitectura en particular. El principal objetivo es reciclar el parque edificado desde un re-uso estratégico con operaciones que, con pautas de intervención acordes con sus características, sean capaces de optimizarlo y poner al día sus prestaciones, sin por ello desvirtuar sus principales atributos. Esto comporta una especial atención a las características morfológicas, estructurales, medioambientales y materiales de los inmuebles, de su entorno y de su posición urbana, para ‘proyectar’ los programas adecuados que se puedan adaptar a ellos, en beneficio, no sólo de sus arquitecturas, sino también del resto de la ciudad o del territorio. Porque el re-uso de los edificios afecta a la ciudad, y el re-uso de la ciudad afecta al territorio. Y viceversa.
A esto hay que sumar las experiencias del confinamiento y posterior desconfinamiento, que han tenido importantes implicaciones en la utilización, organización, configuración y experimentación del espacio arquitectónico. Estas transformaciones constituyen un laboratorio experimental para aprender de los cambios que se están llevando a cabo y, al mismo tiempo, para promover su destrucción.