Rehabitar es una actitud. Es nuestra actitud ante el uso de los espacios construidos y los objetos ya usados. Para entender en qué consiste esta forma de actuar, nada mejor que observar a un niño desenvolviéndose en una habitación cualquiera.
La actitud de los niños en el espacio doméstico fue el motivo de inspiración en la pasada campaña publicitaria de la firma sueca de muebles IKEA. Nos hacían reflexionar mediante un sencillo spot publicitario sobre las actitudes supuestamente incorrectas que niños -y no tan niños- tenemos en el espacio de nuestras casas. El mensaje de dicho anuncio consistía en incitar a una cierta rebeldía en el uso “normal” de los muebles o de los espacios de una casa. Se pretendía insinuar que no existe una única actitud correcta cuando se trata de usar ciertos objetos domésticos o dar a entender que, transgredir las normas establecidas para el uso de las cosas puede ser, cuando menos, una experiencia muy divertida.
Los niños son especialistas en inventar nuevos usos para nuestros objetos más cotidianos. Su estatura les dota de un punto de vista singular en un mundo de enseres y muebles dimensionados para adultos. Su actitud desinhibida frente al uso preestablecido de los objetos les da la posibilidad de usarlos con absoluta libertad. Tal es así, que son capaces de utilizar una caja de zapatos como silla, un cojín como improvisada cama o un armario como habitación.
Una conocida imagen nos sirve para ilustrar esta reflexión. Se trata de una instantánea tomada en Octubre de 1963 al entonces presidente de Estados Unidos John F. Kennedy. Lo podemos ver trabajando en su escritorio del despacho oval; debajo de la mesa está a su hijo John, en pijama y batín. Para joven John Kennedy Jr., que para aquel entonces estaba a punto de cumplir tres años, aquel mueble era cualquier cosa excepto una mesa. Quizá en aquel instante imaginaba que era un escondite, una pequeña casa dentro de la habitación donde trabajaba su padre. Una casa que disponía de una pequeña puerta-ventana dónde nadie más que él podía entrar, salir o asomarse.
No podemos pasar por alto que se establece una relación dimensional entre el tamaño de los objetos domésticos y la talla de la persona que los usa. Esta relación condiciona en gran medida la forma de utilizar estos elementos. Es por ello que deberíamos estar atentos a la posibilidad de adaptar la dimensión de ciertos objetos de nuestros hogares al tamaño de los más pequeños. Quizá sea ésta una buena ocasión para recordar, como ya se hacía en el libro Casa collage, el croquis con el cual Le Corbusier nos proponía reflexionar sobre el tamaño adecuado de las puertas en función las personas que pasan a través de ellas.
Con esta premisa, empresa Slamdoors Ltd. se ha propuesto resolver el problema de la dimensión de las puertas en hogares donde habitan niños. Nos propone una puerta que sirve de paso a personas de distintas tallas (niño, joven y adulto). Esto, en principio, no es ninguna novedad porque la mayoría lo permite; lo que sí es novedoso es que cada persona dispone de una hoja adaptada a su tamaño; además las tres están montadas en sobre único marco. No se trata de tres puertas sino de una que sirve para tres tamaños diferentes de personas. Así, los niños disponen de una puerta para ellos, que aprenderán a abrir y cerrar desde pequeños, el peso será proporcional a su talla y el tamaño del hueco por dónde cruzarán irá en aumento con su estatura.
- Imagen 1: Viñeta de uno de los comic de Mafalda. Guille explorando las posibilidades de el espacio a su alcance; con su imaginación y un lápiz.
- Imagen 2: Fotografía tomada en Octubre de 1963 por el fotógrafo Stanley Tretick para la revista Look magazine.
- Imagen 3: Puerta modelo threestyle comercializada por Slamdoors Ltd. London UK. Puertas que se adaptan al tamaño y peso de las personas que las usan.