En un apartamento parisino en el que vivió Duchamp, instaló una puerta que se utilizaba para dos pasos: entre el estudio y el dormitorio, y entre el estudio y el baño. La puerta estaba siempre abierta y cerrada al mismo tiempo, lo que le proporcionaba al artista tanto una paradoja casera como una solución para ahorrar espacio.
La puerta fue sacada de su lugar original en la vivienda en 1963, y expuesta como objeto independiente, después de que se hiciera una reproducción. Duchamp, en lugar de resolver el problema que tenía con la falta de espacio, lo hizo desaparecer. En palabras del propio artista: «no hay solución porque no hay problema».