
El bloque de viviendas es la tipología más común en nuestras ciudades. Éste define nuestra forma de vivir y de relacionarnos con la ciudad. Si planteábamos que las plantas bajas se inundaban de la vida de la calle, las terrazas deberían ofrecer al bloque otras cualidades que no podemos encontrar en el espacio público. Google maps es un buen escáner del estado actual de las terrazas. En ellas aparecen patios y salientes (ascensores y lucernarios), sin demasiadas señales de actividad.
Las cubiertas son pues espacios hostiles pero sobre todo olvidados.
Un proyecto del arquitecto de la misma ciudad, Aristides Antonas parece tener muy presente esta situación. Antonas propone, de manera sencilla, comunicar terrazas de diferentes bloques con una gran pérgola. Esta operación es consecuente con el desorden, y a la vez no parece materializarse con grandes recursos. Aparentemente, rejas y mallas metálicas reutilizadadas del sistema de saneamiento conformaran el cobertizo.

Si pensamos en un casco antiguo de calles estrechas y poco soleadas, ocupar las cubiertas puede ser una operación de gran éxito. Potenciar el encuentro entre distintos bloques de vecinos puede dar lugar a una gran disparidad de actividades. Antonas propone lugares de encuentro, zonas de estudio, paseo, mesas para comer; incluso cabría la posibilidad de colocar terrazas de restaurantes.

La cubierta de un bloque de viviendas es la reproducción geométrica de la parcela. En el caso de un casco antiguo, si la terraza tiene la misma superficie que la vivienda inferior, las posibilidades pueden ser, a veces, limitadas. Si se potencia la continuidad, las terrazas se extienden sobre la ciudad sin limitarse a las diferentes propiedades. Esta topografía urbana puede convertirse en un verdadero espacio de socialización en lugares de gran densidad. Disponer de un espacio con estas características, unos pisos más arriba, sin renunciar a las ventajas de la ciudad, aumenta la calidad de vida.

Antonas menciona en la memoria del proyecto una necesidad de cambio del marco legal. No es la primera vez que nos encontramos frente a normativas restrictivas. Se trata aquí de ver como, en algunos casos, operaciones de este tipo pueden ser objeto de mejoras sociales pueden hacer cambiar el punto de vista de la administración. Se trata sencillamente de ensayar que ocurriría. Al no ser ni muy costosas ni irreversibles estas operaciones dependerán de su propio éxito y interés vecinal para salir adelante.
Vemos pues como las terrazas pueden convertirse en una prolongación de la vida de la calle. El contacto social puede darse más fácilmente al haber domesticado este espacio consiguiendo un tempo distinto al de la calle.