Esta exposición es la reunión coordinada de los trabajos de los estudiantes de la asignatura Rehabitar. La casa y la calle, de la Escuela de Arquitectura de Barcelona. La suma de estos trabajos forma un único dibujo que muestra un paseo longitudinal a través de distintas partes de Barcelona, todas ellas estudiadas desde el punto de vista de la comida, su distribución, sus puntos de venta y su consumo. Este paseo une de un modo imaginario centros comerciales como l’Illa, en un extremo de la Diagonal; distintos mercados y sus entornos, calles o plazas de algunos barrios, todos elegidos por el papel que en ellos tiene la comida.La comida es un hecho que pone en relación la casa con la ciudad de manera incontestable. Los alimentos, más allá de la presencia en la casa a través de la cocina o de las personas reunidas alrededor de la mesa, suponen una extensión de la casa hasta el paisaje agrícola, la ganadería o la pesca; a través de una cadena que en el caso de Barcelona va desde Mercabarna, a los mercados de abastos, los supermercados, las cada vez más tiendas de productos frescos, las de alimentos cocinados, o las pequeñas tiendas regentadas muchas de ellas por inmigrantes venidos de países diversos con horarios dilatados y productos de oportunidad.
Es fácil constatar como un fenómeno creciente la presencia de la comida en el espacio publico, no ya a través las diversas tiendas de alimentación, sino de los distintos negocios que dispensan comida y bebidas calientes para llevar y consumir en la calle, y también por las cada vez más abundantes terrazas que, acondicionadas para el frío y auspiciadas por la ley antitabaco y por las ordenanzas que las regulan, han extendido su presencia en la calle, hasta el punto de aparecer muchas veces como auténticos comedores públicos. Estas terrazas nos permiten asistir a un acontecimiento doméstico que tiene lugar en la calle.
Rastrear estos diversos negocios dedicados a la comida permite pensar en los distintos grados de uso que tiene la cocina en nuestras viviendas. Estos negocios permiten suponer que la cocina muchas veces de manera distinta a lo largo de la semana se ve relegada a un office o incluso a reducir al mínimo su utilización convencional. Para que esto ocurra es importante constatar que los negocios dedicados a los diferentes tipos de comida y grados de elaboración, estén próximos a las viviendas (a veces sin tener que cruzar la calle, lo cual es esencial para las personas mayores) y que tengan horarios acoplados a la hora de comer y a su consumo.
En esta observación sobre la ciudad y la comida resulta esencial detenerse en los horarios, que de un modo genérico hemos denominado “La hora de la comida”. La diversidad y sincronización de estos horarios resultan importantes hasta el punto que permiten imaginar que es la comida y no los horarios laborales, los que pautan la vida de la ciudad, permitiendo verla a través del momento de la comida, que aparece así con actividades, intensidades, sonidos y hasta colores distintos. La hora de la comida sincroniza la casa y la ciudad, incluso con sus contradicciones.
- Dónde: Fabra i Coats
- Cuándo: sábado 23 de enero, de 13h a 19h
- Presentación de X. Monteys a las 13h