En la década de 1970, se inicia en Manhattan un movimiento comunitario, de la mano de activistas como la pintora Liz Christy, que todavía hoy sigue en plena vigencia. En su momento, se ocuparon solares literalmente abandonados durante la crisis, dándoles un uso como jardines o huertos gestionados y cultivados por comunidades constituidas para la ocasión. Además de cambiar la fisonomía de las calles, estos espacios tuvieron y tienen todavía la capacidad de generar una relación de vecindad única alrededor de un objetivo común: el compromiso de mantenerlos productivos y en buenas condiciones para disfrutar, en plena ciudad, de un lugar en el que estar al fresco, reunirse con los amigos, hacer una barbacoa o, simplemente, recoger algunas verduras para la cena, cultivadas por uno mismo.
Esto es quizás lo más interesante, porque supone un modo particular de apropiación de la ciudad que implica su cuidado directo –sin delegar la responsabilidad en la administración, como es habitual– haciendo que sea el fruto de la participación de los vecinos, que encuentran así un modo de estrechar los vínculos sociales.
La continuidad, no exenta de dificultades, de estos espacios hasta la actualidad se explica por el empeño de las personas implicadas, que ven en ellos una prolongación de la casa hacia la ciudad –un modo de ‘domesticar la calle’– y un signo de pertenencia a un lugar; de identidad colectiva.
Las Green Guerrillas fundadas por Liz Christy siguen estando activas. Y viendo las imágenes que se muestran en su web, parece que siguen siendo una fórmula para la cohesión social, en pleno centro de Manhattan.
Para quien quiera profundizar en esta cuestión, tiene ocasión de hacerlo en las páginas de las diversas organizaciones que aglutinan este movimiento comunitario, como en la mencionada Green Guerrillas o en Green Thumb y Grow NYC, entre otras muchas. Existe además un mapa interactivo de la ciudad (Oasis) en el que se pueden rastrear los más de 480 jardines comunitarios de la ciudad, actualizados en verano de 2010.
Ahora que estamos otra vez inmersos en una situación de crisis prolongada, iniciativas como éstas deberían hacernos pensar. Quizá no se trate de respuestas, pero si de preguntas bien planteadas.