Cómo será la cocina del futuro es la pregunta que muchos diseñadores de mobiliario de cocina se hacen y muy pocos acabarán acertando. La cocina es algo que ha cambiado relativamente poco en los últimos 50 años, tan sólo ha modernizado sus gadgets y ha variando sus acabados en función de las modas y de algunos materiales como el omnipresente «silestone» de las cocinas actuales. Sin embargo existen propuestas interesantes que no han acabado de cuajar, como algunas de las que vimos en el artículo sobre las cocinas del MOMA en esta misma web.


Otros ejemplos interesantes de hoy en día son las «cocinas taller», como la Flow Kitchen del estudio Gorm o la Microbial Home de Phillips. Estas, más parecidas a un banco de trabajo de artesano o incluso a un laboratorio, concebidas como cadenas de montaje donde todo se aprovecha. Algunas capaces de generar su propia energía o incluso de mantener animales con vida que realizan una parte de los procesos de reciclaje. Podríamos pensar que son cocinas de ciencia ficción pero los directores de arte de las películas de este género parece que van por otros derroteros en lo que respecta a las cocinas del futuro, tanto hoy en día como los que intervinieron el películas del pasado.
No entraré a valorar el interés arquitectónico de las cocinas que en realidad no son cocinas, sino simples ventanas donde aparecen como por arte de magia, los alimentos ya cocinados (como el replicador de las naves de Star Trek); o los robots que preguntan «¿qué desea comer?» y hacen la entrega del menú en pocos segundos (como el robot Robby de Forbidden Planet, 1956). Todo eso está todavía demasiado alejado de la realidad, aunque ciertamente podrían cambiar de forma radical la forma en la que concebimos la casa. Resulta más interesante ver cómo en algunos de los universos más futuristas aparecen cocinas de lo más tradicional, que podemos identificar como cocinas de hoy en día y no como algún invento maravilloso que nunca llegaremos a ver.

En Blade Runner (1982) su protagonista aparece en una minúscula y oscura cocina, parte de la casa Ennis de F. Lloyd Wright (1924) que tanto se ha utilizado como escenario en el cine, con una montaña de platos sucios por lavar. Si no fuese por los característicos bloques con los que se construyó la Ennis, podría pasar como una cocina cualquiera en un viejo piso. No hay electrodomésticos llenos de luces y botones, ni ordenadores incrustados en todas las superficies, ni aparatos parlantes. Sin embargo, la tecnología en esa película permite crear clones de seres vivos y… los coches vuelan!

Otras dos películas relativamente recientes, Minority Report (2002) y I Robot (2004), nos muestran autovías que desafían la gravedad, robots con inteligencia artificial casi humana o predicciones de futuro prácticamente sin errores gracias a los avances de la tecnología. Pero las cocinas que aparecen en esas películas son estilo cottage, con sus porticones de madera con molduras y sus tiradores de aire colonial. Ni siquiera utilizan el recurso de mostrar lo que es moderno para la época, la manera más típica de intentar hacer ver al espectador que eso será el futuro, como hizo Kubrik con el servidor de bandejas automático de 2001: a space odyssey (1968), o como ocurría con la cocina de los tíos de Luke Skywalker en Star Wars (1977).


Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que la cocina del futuro vaya a ser como las cocinas de nuestras abuelas o que por el contrario desaparecerán para dejar paso a gadgets dotados de inteligencia artificial. Ni siquiera me aventuro a predecir si las cocinas del mañana serán laboratorios, desaparecerán de nuestros hogares relegadas por algún invento maravilloso, o si se convertirán en biosferas en miniatura. Simplemente resulta curiosa la gran variedad de cocinas que podemos llegar a imaginar cuando no dependemos de tener que construirlo y usarlo, y lo poco que evolucionan en comparación las cocinas reales de nuestras casas.
Hay otra forma de plantearse la cocina del futuro a través de su frecuencia de uso. La crisis ha frenado un poco la tendencia, pero la sociedad de consumo nos presiona para que cada vez más comamos fuera de casa o pidamos comida a domicilio. Estamos muy lejos de no necesitar cocina en nuestras viviendas, pero hay modelos familiares que realmente hacen un uso mínimo de estas y no sabemos si esta tendencia irá a más o a menos. Podríamos decir que hay tantos modelos diferentes de cocinas como formas de habitar, y sin embargo nuestras cocinas son bastante uniformes en cuanto a su planteamiento y superficie, mucho más que los tipos de familias que las utilizan.